8 de marzo de 2010

Sur del Torcal, economía sostenible y amor a la tierra

Espinas

Después de conocer la ruta del tempranillo, y sin cuerpo para seguir con actividades de aventuras, he puesto la vista en el área que se sitúa al sur del Torcal de Antequera, una extensa zona que llega desde las mismas faldas del Torcal hasta Álora y Almogía, a pocos kilómetros ya de la zona metropolitana de la ciudad de Málaga. Aunque está realmente cerca de una de las ciudades más bulliciosas y pobladas de la península, el sur del Torcal ha permanecido al margen de muchos de los cambios que han marcado, a veces sin mucho acierto, el desarrollo económico y turístico de la provincia.

De hecho, este es el mayor encanto de la zona. En un paseo por La Joya o La Higuera, dos de las pedanías de Antequera que encontramos antes de llegar a Villanueva de la Concepción, podemos recuperar el sabor de las costumbres y tradiciones que siguen en pie sin haberse perdido en la nube del progreso. También podemos comprobar que, lejos de seguir siendo la causa principal de la despoblación de la zona, hoy se puede aprovechar este atraso para crear riqueza y conseguir que cada vez más gente pueble los paisajes que podéis ver en las fotos que ilustran esta entrada.

Terraza al anochecer

De hecho, que llegue gente (algunos de muy lejos) para vivir en esta zona no es un proceso nuevo. Ursula y Hans Pieter (”Juan-Pedro”, según él mismo se presenta) llevan ya muchos años viviendo aquí. Fue a finales de la década de 1980 cuando llegaron por primera vez a la zona desde el sur de Alemania, donde vivían esta investigadora farmacéutica y este economista. En 1994 se establecieron por fin en esta antigua panadería y la restauraron para acoger a los viajeros en la mitad que han dedicado a alojamiento rural, uno de los primeros de la actual Asociación de Turismo Rural Sur del Torcal, que ya agrupa a 31 casas.

Si algo tenían claro Ursula y Juan-Pedro cuando llegaron a La Higuera es que no querían establecer un gueto de extranjeros como otros que han florecido en otras partes de Andalucía. “Somos extranjeros y siempre vamos a serlo. Se ve en la ropa, en la manera de trabajar, en el acento… pero queremos vivir entre andaluces y ser como ellos”, me dice Ursula con determinación. Después de tanto tiempo en el pueblo, Ursula y Juan-Pedro son un puente entre dos culturas, unos guías de excepción para los viajeros que llegan a la comarca desde Francia, Bélgica, Irlanda o Alemania y quieren conocer cómo se vive aquí. A algunos les gusta tanto que acaban por seguir el ejemplo y estableciendo sus propias casas. “Ojalá los andaluces consigan también ir animándose y ser los propietarios de todos estos establecimientos y no sólo empleados de los extranjeros”, me comenta Ursula, con la seguridad que da saber que se puede vivir del turismo rural en una zona que conserva, casi intacto, un gran potencial. “La verdad es que el negocio nota la crisis pero no nos está yendo tan mal”, remata Ursula.

Antonio

Hay algunos habitantes de la zona que sí se han dado cuenta del potencial de su tierra. Entre ellos, Ramiro es uno de los mejores ejemplos. Luchador incansable por el desarrollo de los pueblos de su comarca, es el propietario de la Casa de la Monja, donde me quedé a dormir en la noche que pasé al sur del Torcal. Después de un descanso reparador disfrutando del silencio de la noche antequerana, llegó a las nueve a la casa y me sirvió uno de los mejores desayunos que recuerdo en mis viajes por Andalucía: higos recién cogidos del árbol con almendras recogidas de los árboles situados frente a la casa. “El concepto de economía sostenible suena muy moderno, pero aquí llevamos muchos años luchando por ella”. Y uno de los protagonistas de esta lucha continua por lo que es justo anda a cuatro patas y no habla, sino que rebuzna.

Niños y Margarita

Se llama Margarita, es habitual en las manifestaciones que buscan acabar con la patente deuda histórica que marca el presente de la comarca y ha sido madre hace poco de un rucho al que han bautizado como Solidario. En la foto podéis ver la visita que los niños del colegio de La Higuera hicieron a la joven madre el mismo día que yo pasé en el pueblo. Aunque los contenidos académicos son la base de cualquier proceso educativo, hay mucha gente que no entiende que los propios niños del centro de Antequera puedan llegar a pasar muchos años sin ver o tocar a un burro, a una oveja o a una de las 400.000 cabras que viven en la provincia.

Anochecer en Almogía

El sur del Torcal es una zona con mucho futuro, sobre todo para los que han sido capaces de darse cuenta. A la zona han llegado muchos holandeses, alemanes, ingleses o franceses que poco a poco han conseguido hacer ver a los nativos que hay muchas razonas por las que tener amor a su tierra. Han vuelto, incluso, muchos que habían emigrado al extranjero hace años buscando la riqueza que aquí no había. “Quien más lo valora es la gente que ha viajado y acaba volviendo a la tierra”, asegura Ramiro.

Para algunos viajeros que pasan por aquí casi por accidente, como yo, es imposible no valorarlo. Echad un ojo a mis fotos en flickr, visitad la web de la Asociación de Turismo y pasaos por aquí un día. Estoy seguro: vosotros mismos también acabaréis por compartir el amor de Ursula, Juan-Pedro, Ramiro, Margarita y Solidario por su tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario